Y si solamente en el nombre de Jesús hay salvación ¿no debería ser nuestro más caro y ardiente deseo el conocimiento de la persona del Salvador?
Debemos diferenciar entre la persona y las obras. Podemos conocer muchas obras, milagros, sanidades y señales, y sin embargo, no conocer a la persona. Puede haber y de cierto las hay, reuniones casi espectaculares, con mucha emoción, ruido y alabanza. Pero si eso no lleva el corazón de la gente hacia la persona de Cristo DE NADA SIRVE.
Todo debe girar en torno a su persona. Los incrédulos necesitan ver a Cristo, y también los creyentes necesitan ver a Cristo en cada reunión. Desde niños a adultos, todos necesitamos en primer lugar, sólo a una persona: JESUCRISTO. En El lo tenemos TODO. Fuera de El no tenemos nada.
Tanto cada cristiano en particular, como cada iglesia debe orar sinceramente: “Padre amado… revélame a Cristo.”
Sin olvidarnos que solo el Espíritu Santo puede tomar de Jesús y revelarlo a nuestro corazón (Jn 14:26; 16:15), de la misma manera que Jesús nos interpretó fielmente al Padre (Jn 1:18; 14:9).
El Hijo nos reveló el amor del Padre. El Espíritu Santo nos interpreta la Palabra. ¿De que puede servir leer la biblia sin revelación? Sin el Espíritu no hay revelación. Puede haber información pero no revelación.
Tu ruego entonces deberá ser: “Padre, revélame a Cristo por medio del Espíritu Santo.”
No debemos olvidarnos que Jesús es “el dador del Espíritu.” Juan el bautista dijo de El lo siguiente: “… él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.” (Lc 3:16b).
Por eso vemos que el Espíritu se manifiesta de manera muy real en los que aman a Dios. En el camino a Emaús, por ejemplo, los discípulos dijeron:
“… ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (Lc 24:32).
¿Se imagínan que habrán sentido los discípulos? Seguramente en sus corazones ellos sentían como una música celestial cada vez que el mismo Señor Jesucristo les citaba las escrituras. ¿Cómo iban alguna vez olvidar la voz de aquél que los había cautivado?
Ellos estaban enamorados de Jesús, prendidos por su amor. Su Nombre despertaba un fuego en sus corazones. Y ese sigue siendo el propósito de Dios para cada uno de nosotros. No que sólo nos llenemos la cabeza de información bíblica, sino que amemos a LA PERSONA que la biblia nos revela. Y que la amemos tanto que nuestro corazón arda con su amor hasta desbordar. Que en cada clase estemos dispuestos a llevar nuestros pensamientos cautivos la obediencia de Cristo: “Señor, enséñame más de Jesucristo. Revélame mas de su persona. Señor renuncio a mis propios pensamientos. Quiero mirarlo solo a El; pensar solo en El; gustar de su amor; deleitarme en su misericordia y dejar que mi espíritu se cautive ante la belleza de su gloria.”
El apóstol Pablo nos ilustra cómo el creyente que ha probado el amor de Dios en Cristo, es alguien que en un sentido positivo, se desespera por conocer más de este amor tan grande “que no cabe en este mundo, porque es un amor de cuatro dimensiones y requiere la respuesta de un amor semejante”, leamos con atención:
“… para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea
la anchura,
la longitud,
la profundidad
y la altura,
y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Ef 3:17-19).
¡Qué propósito maravilloso para cada uno de nosotros! Que seamos llenos de toda la plenitud de Dios. ¿Cómo hacer esto? ¿Cómo conseguir esta plenitud? El mismo apóstol Pablo nos escribe la respuesta. Solo en Cristo. En su persona.
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”. (Col 2:9, 10).
Estamos completos únicamente en Cristo. “En él…”, quiere decir, una cosa con El. “El que está unido a Cristo un espíritu es con El.” Todo reside en SU PERSONA. Por nuestra fe nuestra posición es “completos en El”… así que no te preocupes tanto… solo trabaja cada día para conocerle mas.
Un autor anónimo titula su escrito: CRISTO EL INCOMPARABLE y dice lo siguiente:
“Bajó del seno del Padre al seno de una mujer. Se vistió de humanidad para que nosotros pudiésemos vestirnos de divinidad. Se hizo el
Hijo del Hombre para que nosotros pudiésemos llegar a ser hijos de Dios.
Llegó del cielo, donde los ríos jamas se hielan, los vientos nunca soplan; nunca la gélida brisa enfría el aire, y las flores no se
marchitan jamás.
Allí nadie tiene que llamar al médico, porque allí nadie está jamás enfermo. No hay sepultureros ni tampoco cementerios, porque allí
nadie se muere, nadie es jamás enterrado.
Nació contra las leyes de la naturaleza. Vivió en pobreza, fue criado en oscuridad. No poseyó riquezas ni utilizó influencias como
tampoco fue a colegios ni dispuso de profesores particulares. Sus familiares eran desconocidos y sin relieve social.
En su infancia asustó a un rey; en su adolescencia desconcertó a los doctores de la ley; en su madurez subyugó el curso de la
naturaleza, caminó sobre las olas y sosegó el mar embravecido.
Curó sin medicina a las multitudes y no requirió emolumentos por sus servicios.
Nunca escribió ni un solo libro pero en las bibliotecas de todo el mundo no cabrían los libros que pudieran escribirse de El.
Nunca compuso un cántico pero su persona ha servido de tema de inspiración para más cánticos que los de todos los compositores juntos.
Nunca fundó un colegio pero ni entre todas las escuelas juntas pueden jactarse de tener tantos estudiantes como El tiene.
Nunca practicó la medicina pero ha curado mas corazones quebrantados que cuerpos quebrantados hayan podido curar los médicos.
Nunca dirigió un ejército, ni destacó un soldado, ni disparó un fusil, pero ningún jefe ha tenido bajo su mando más voluntarios ni ha
obligado a más rebeldes a deponer las armas y rendirse sin disparar un solo tiro.
El es la estrella de la astronomía, la roca de la geología, el león y el cordero de la zoología, el armonizador de todas las discordias y el
sanador de todas las enfermedades.
Los grandes hombres surgieron y desaparecieron pero El vive para siempre. Herodes no pudo matarlo, Satanás no pudo seducirle; la
muerte no pudo destruirle; el sepulcro no pudo retenerlo. Se despojó de su manto púrpura para vestirse la blusa de artesano. Era rico,
pero por nosotros se hizo pobre. ¿Hasta qué punto? ¡Preguntádselo a María! ¡Preguntádselo a los magos! Durmió en un pesebre ajeno,
fue sepultado en una tumba ajena. Todos han fallado, pero El nunca. El es el siempre perfecto, señalado entre diez mil. TODO EL ES
CODICIABLE.”