9:6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
9:7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto. (Libro de Isaías).
Una admirable visión es la que el profeta recibe del nacimiento de nuestro amado Salvador. Setecientos años antes de su nacimiento el Espíritu Santo le hace esta maravillosa revelación. La descripción del verso 6 es todo un magnífico cuadro de lo que Cristo sería y es para nosotros. ¡Cuanto amor el del Padre!
Cada nombre de este niño es una razón suficiente para llenarnos de fe y esperanza. Que en esta navidad cada uno de nosotros podamos dejar al Príncipe de Paz entrar con su presencia perdón y salvación a nuestros corazones. La navidad es Cristo viviendo en nosotros. El es el único motivo de celebración del cristiano. ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz!
Oración: “Padre Nuestro que estás en los cielos. Comprendo que enviaste a Jesús a traer Salvación. Hoy reconozco mi pecado. Abro mi corazón. Te recibo como Señor y Salvador de mi vida. Gracias por perdonar mis pecados y darme vida eterna. Gracias porque esta sera la mejor navidad de mi vida con Cristo en mi corazón. Amén!”