LO QUE EL PREDICADOR ES SEGÚN LA BIBLIA
1- Es un administrador. (Continuación)…
Características
a) LA MOTIVACIÓN DEL PREDICADOR
Esta comienza en el corazón. Y tiene que ver con el incentivo interior, producido por el llamado de Dios. “Predicar es un trabajo duro” en todo sentido. El que lo hace con regularidad, se encuentra muchas veces sumido en el pantano del desaliento. ¿En dónde encontrar fortaleza en la debilidad?
Pablo tenia el secreto. Era un mayordomo de los misterios de Dios, “un depositario de los secretos de Dios.” (1 Co.4:1, Phillips).
El evangelio era el depósito sagrado que le había sido confiado por Dios mismo, era una carga en su corazón al punto que exclamaba: “la comisión me ha sido encomendada,” (oikonomia, mayordomía, 1 Co.9:17). Y otra vez: “Me es impuesta necesidad; y, ¡ay de mi si no os anunciare el evangelio!” (1Co. 9:l6), y en Ro.1:14: “Soy deudor” de predicar el evangelio.
La VOCACION del predicador, nace en su corazón, el día que Cristo perdona sus pecados, corre por su sangre y golpetea en su corazón hecha mensaje, clamando por expresar al mundo el amor redentor de Jesucristo.
En primer lugar, el predicador es un pecador rescatado, ha visto su miseria y ha clamado misericordia hasta recibir la revelación de Jesucristo. “El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”
Sólo quien ha recibido misericordia, está capacitado para dar misericordia. Dios no necesita fariseos predicadores, que proclamen la letra muerta de la Ley. NECESITA PECADORES PERDONADOS, CON CORAZONES LLENOS DE COMPASIÓN, QUE MIREN A ESTE MUNDO “COMO OVEJAS QUE NO TIENEN PASTOR”.
b) EL CONTENIDO DE SU MENSAJE
Como buen administrador, el predicador cristiano no elabora su propio mensaje, sino que es provisto del mismo por el Padre de familia.
Su tarea es proclamar un mensaje que le ha sido “dado”; así lo señala el N.T. en una variedad de ejemplos. El predicador es el sembrador de la semilla y “la semilla es la Palabra de Dios.” (Lc. 8:11).
Aquí debemos recalcar la fidelidad del administrador. San Pablo recomienda seriamente a Timoteo acerca de la responsabilidad de “guardar el depósito”. Le había sido confiado un mensaje precioso: debía vigilarlo de la misma manera que los centinelas cuidan la ciudad. (1Tim. 1:11; 6:20; 2Tim. 1:12-14).
El buen administrador, no se atreverá a “adulterar la Palabra de Dios” (2Co.4:2), ni a corromperla (2Co.2:l7), como “muchos” charlatantes lo hacían ya en la época de Pablo y lo hacen también hoy.
Si de algo debemos tener temor delante de Dios es de tergiversar su Palabra. El propósito de nuestra predicación debe ser claramente establecido; en palabras de pablo en 2Co. 4:2 debe perseguir “la manifestación de la verdad” (otra versión dice: “la manifestación abierta de la verdad”).
Podemos, en nuestros sermones, usar todo tipo de ilustraciones que traigan mayor luz sobre el concepto bíblico. Pero no nos equivoquemos, el púlpito no es lugar apropiado para camentarios politicos o debates sociales.
Nuestro deber es predicar “la Palabra de Dios” y nada más. (Col.1:25). Tal como lo hizo Pablo y los apóstoles. “Porque no he rehuido anunciaros TODO el consejo de Dios”, (Hch.20:27).
Dice John stott:
“¡Qué pocos predicadores podrían tener la misma pretensión!. La mayoría de nosotros cabalgamos mortalmente sobre unos pocos caballos favoritos. Seleccionamos cuidadosamente las Escrituras, eligiendo las doctrinas que nos agradan y pasando por alto las que nos disgustan o encontramos difíciles. De esta manera somos culpables de negar a la familia algunas de las provisiones que el Padre divino ha provisto para ellos en su sabia generosidad.
Algunos no solamente quitan de la Escritura, sino que añaden, mientras que otros se atreven incluso a contradecir lo que está escrito en la Palabra de Dios.”
Tenemosque hacer un alto hasta aquí, y reflexionar, de cuán necesitada está la familia de Dios, el cuerpo todo de cristo, de orar fervientemente, que Dios levante en nuestro medio administradores fieles, que nos alimenten sistemáticamente de la Palabra de Dios completa, no sólo el N.T. sino también el Antiguo, no sólo “los textos más familiares”, sino también los menos conocidos. Como escribe acertadamente un autor:
“Unicamente una exposición … fiel de la Palabra de Dios nos librará a nosotros y a nuestras congregaciones de los pequeños antojos y caprichos (sean nuestros o suyos) y de una extravagancia y un fanatismo más serios.” (Véa Dt.29:29).
Cuánto más necesita la Iglesia, que cada miembro sea un obrero instruido en la Palabra, y no que sean como “niños fluctuantes y llevados por doquiera de todo viento de doctrina.” (Ef.4:14). Este crecimiento les enseñará a discernir y resistir a tanta herejía modernista.
“Nada puede producir este feliz estado de cosas, (en el seno de la Iglesia) excepto la predicación CONSISTENTE, SISTEMATlCA y DlDACTICA de toda la Palabra de Dios.”
Los pastores, predicadores y maestros debemos tomar consciencia que una obra tan magna no es posible sin una preparación cuidadosa de nuestros sermones con varios meses de anticipación.
Predicar significa un trabajo intenso de estudio y oración.
Es un ejercicio de autoexámen en el que vamos revisando el alcance de nuestra enseñanza, para cuidar de no pasar por alto temas que son vitales para la congregación.
Una manera práctica de no pasar nada por alto, es hacer predicaciones expositivas sobre libros completos de la Biblia, o capítulos enteros.
Nunca pensemos que el oyente no podrá soportar un estudio profundo de las Escrituras.
Me gustan estas palabras de Richard Baxter:
“Si desearais conocer a Dios y las cosas celestiales tanto como el
modo de trabajar en vuestro oficio, os habríais aplicado a ello antes
y no habríais escatimado esfuerzos hasta alcanzarlos. Siete años os
parecen pocos para aprender vuestro oficio y no queréis dedicar un
día entre siete al aprendizaje diligente de lo que concierne a
vuestra salvación.”
c) LA FIDELIDAD DEL PREDICADOR COMO ADMINISTRADOR
Nos referimos a la fidelidad del administrador, no hacia el dueño (Dios), sino ante su familia (la iglesia).
“¿QUIEN ES EL MAYORDOMO FIEL Y PRUDENTE AL CUAL SU SEÑOR PONDRA SOBRE SU CASA PARA QUE A TIEMPO LES DE SU RACION?” (Lc.12:42).
La sabiduria y capacidad del administrador se echarán de ver en el equilibrio de la dieta que dé a los de su casa.
El administrador inteligente varía la dieta que ha de dar a su familia porque “aunque toda escritura es útil” (2Tim. 3:16). No toda se aplica para lo mismo.
Averigua sus necesidades y se vale de su discreción para proveerles de comida adecuada. No es su parte llenar la despensa. Eso lo hace el padre de familia. El sólo debe administrar adecuadamente.
Así también, el predicador, no sólo debe conocer la Palabra de dios, debe conocer a los que le escuchan.
No falsificará la Palabra de Dios para hacerla más llamativa, pero intentará presentarla de manera agradable.
Por sobre todo, lo presentará de manera sencilla. Nuestra predicación de las Escrituras debe ser simple y directa, tan entendible que cualquiera pueda entenderla. Por ej. que un auditorio compuesto de distintas edades todos puedan seguir el hilo del sermón.
Como la calzada de los redimidos de Isaías: “aún los torpes no se extraviarán por ella” (35:8).
Ello requiere mucha preparación y estudio. El predicador cristiano es el puente entre la Palabra de Dios y la mente del hombre.
No hay mejor cosa que predicar con sencillez. Con un vocabularío sencillo. No con palabras “teológicas” que no son de uso Común.
Sí algo debemos aprender es a predicar con el corazón. Si después de estudiar y orar intensamente sobre un sermón te sientes trabado iolvida los apuntes! Hacelo con el corazón. Lo importante es tener claro el propósito. Lo que querés dejar grabado en los oyentes. Lo demás te vendrá por añadidura.
Esto no quiere decir que no estudies, ni que no organices tu sermón. Siempre deberás hacerlo.
Pero recuerda: PREDICA CON ELCORAZON.
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