Oración
La Importancia de la Oración (10)
Continuación:
(3) La oración, obrando eficazmente, puede mucho en la conversión de otros.
Pocos son convertidos en este mundo aparte de las oraciones de alguien. Antes, que nadie había tenido que ver con mi conversión, porque no fui convertido en la iglesia, ni en la escuela dominical, ni mientras conversaba con alguien. Desperté a media noche y fui convertido. Hasta donde recuerdo, no pensaba ni ligeramente en la conversión o cosa semejante cuando me acosté y quedé dormido; pero desperté a medianoche y fui convertido en cinco minutos. Unos momentos antes estaba tan cerca de la perdición como era posible. Tenia un pie en la perdición y estaba haciendo todo lo posible para meter el otro. Digo que pensaba que ningún ser humano tenia que ver con ello, pero había olvidado las oraciones de mi madre y después supe que uno de mis condiscípulos del colegio me había escogido con el fin de orar por mi hasta que me salvara.
La oración prevalece con frecuencia hasta cuando todo lo demás fracasa. ¡Cuán inútiles fueron los esfuerzos y solicitudes de Mónica con su hijo; pero sus oraciones prevalecieron con Dios, y el joven disoluto llegó a ser San Agustín el hombre poderoso de Dios. Por medio de la oración los enemigos mas acérrimos del evangelio han venido a ser sus mas valientes defensores, los canallas más grandes se han convertido en hijos fieles de Dios, y las mujeres mas perdidas en las santas mas puras. ¡Oh! la potencia de la oración para alcanzar hasta donde la misma esperanza parece vana, levanta a hombres y mujeres para tener comunión y semejanza con Dios! Es verdaderamente maravilloso. ¡Cuan poco apreciamos esta arma!
(4) La oración trae a la iglesia bendición.
La historia de la iglesia es una narración de las grandes dificultades que hubo de vencerse. El diablo aborrece la iglesia y procura de todas maneras impedir que progrese; así por medio de doctrinas falsas, como por las divisiones y la depravación interior de la vida. Pero por medio de la oración, una solución de todo puede hallarse. La oración desarraigará la herejía, templará las controversias, borrará los celos y enemistades, arrasará las inmoralidades, dejando entrar las corrientes de la gracia vivificadora. La historia comprueba esto. En la hora de la mas profunda desesperación, cuando pareció que la iglesia iría a pique sin remedio, los creyentes, hombres y mujeres se han congregado, han orado a Dios y la contestación a venido.
Así fue en el tiempo de Juan Knox, así en el tiempo de Wesley y Whitefield, así en el tiempo de Edwuards y Brainerd, así en el tiempo de Finney, así fue tambien en 1857 cuando vino el gran avivamiento en Estados Unidos y en 1859 en Irlanda, y sucederá otra vez aún en nuestro tiempo. Satanás a puesto en orden sus fuerzas. La “Ciencia Cristiana” con su falso Cristo -una mujer- se enorgullece. Otros pretenden con gran ostentación emplear métodos apostólicos, pero a la vez que con estas pretensiones cubren el fraude mas rematado y la hipocresía mas rancia, hablan con confianza y audacia. Los cristianos igualmente leales a los grandes principios fundamentales del evangelio, se miran llenos con sospechas inspiradas por el diablo. El mundo, la carne y el diablo dominan en todo. Es un día obscuro, pero ahora “tiempo de hacer, oh Jehová; han disipado tu ley” (Salmo 119:126). Y va a obrar; solo espera la voz de oración.¿La oirá? ¿La oirá de ti? ¿La oirá de la iglesia? Yo creo que sí.
Escogido del libro Cómo Orar, por R. A. Torrey
La Importancia de la Oración (9)
11. Hay una razón más por qué e necesaria la oración constante, persistente, desvelada y victoriosa, y es poderosa: Por lo que la oración hace.
(1) La oración promueve nuestro crecimiento más que cualquier otra cosa con excepción del estudio de la Biblia; y el verdadero estudio de la Biblia y la oración sincera son compañeros inseparables.
Es por medio de la oración que mi pecado más oculto se pone a descubierto. Cuando me hinco ante Dios y oro: “Examíname oh Dios, y conoce mi corazón: pruébame y reconoce mis pensamientos; y ve si hay en mí, camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Sal. 139:23, 24). Dios hace que los rayos penetrantes de su luz lleguen a los recintos mas recónditos de mi corazón y los pecados que nunca había sospechado se descubran. En contestación a la oración Dios me lava de mis iniquidades y me limpia de mi pecado (Salmo 51:2). En respuesta a la oración, mis ojos se abren para ver las maravillas de la Palabra de Dios (Salmo 119:18). En contestación a la oración, obtengo sabiduría para conocer los caminos de Dios (Sant. 1:5), y fuerza para andar en ellos. Cuando encuentro a Dios en la oración y veo su rostro, soy transformado de gloria en gloria (2 Cor. 3:18). Cada día de la vida de oración me encuentro mas semejante a mi Señor glorioso.
Juan Welch, yerno de Juan Knox, fue uno de los hombres mas felices en la oración que jamás ha vivido en este mundo. Consideraba el día mal empleado en el que no pasaba siete u ocho horas a solas con Dios en oración y el estudio de su palabra. Un anciano, hablando de él después de su muerte, dijo: “Era un tipo de Cristo”.
¿Cómo llegó a ser tan semejante a su Maestro?
Su vida de oración explica el misterio.
(2) La oración hace poderosa nuestra obra.
Si deseamos tener poder para cualquier trabajo al cual Dios nos llama, sea de predicación, de enseñanza, de obra personal, o la crianza de nuestros niños, podemos conseguirlo por medio de la oración ferviente.
Una mujer una vez en desesperación me vino a visitar, trayendo un niño incorregible y dijo: ¿Qué debo hacer con él?
Pregunté: ¿Ha probado alguna vez la oración?
Contestó que creía haber orado por él. Le pregunté si había orado definitivamente y con esperanza de su conversión y la formación de un buen carácter. Contestó que no había orado definitivamente. Comenzó aquél mismo día, y pronto hubo un cambio notable en el niño y llegó a ser un hombre cristiano.
¡Cuantos maestros de la escuela dominical han trabajado por meses y años, sin ver el fruto de sus labores, y después han comprendido el secreto de la intercesión y mediante oración ferviente a Dios, han visto a sus alumnos convertidos un por uno a Cristo! ¡Cuántos pobres predicadores han llegado a ser hombres valientes de Dios, abandonando su confianza en su propia habilidad y entregándose a Dios para esperar de él el poder que viene de lo alto! Juan Livingstone pasó una noche, con algunos compañeros de semejantes ideas, en oración a Dios y en la conversión religiosa, y cuando predicó al siguiente día en la iglesia de Shotts, quinientas personas fueron convertidas, o recibieron una inspiración definida en su ida en esa ocasión. La oración y el poder son inseparables.
Escogido del libro: Cómo Orar por R. A. Torrey
(Continúa en la próxima edición (La Importancia de la Oración (10))…
La Importancia de la Oración (8)
10. La décima razón por qué es importante la oración constante, persistente, desvelada y triunfante es que la oración es el medio que Cristo ha designado para que nuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez y los cuidados de la vida, y venga de repente sobre nosotros el día del regreso de Cristo como un lazo.
Uno de los pasajes más interesantes y solemnes de la Biblia trata de este asunto. “Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquél día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad pues, orando en todo tiempo que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir, y de estar de pie delante del Hijo del hombre” (Lucas 21:34-36). Según este pasaje, sólo hay una manera de estar prevenidos de la venida del Señor cuando aparezca y esa es, por medio de mucha oración.
La segunda venida de Jesucristo es asunto que está despertando mucho interés y provocando mucha discusión en la actualidad; pero una cosa es tener interés en el advenimiento del Señor y hablar acerca de ello, y otra cosa enteramente distinta es estar preparado para ello. Vivimos en una atmósfera que nos inhabilita constantemente para la venida de Cristo. El mundo con sus deleites y cuidados tiende a alejarnos de él. Hay solo una manera de triunfar sobre estas cosas: velando y orando en todo tiempo, es a saber, desvelando para orar. “Velad” en este pasaje es la misma palabra fuerte que se usa en Efesios 6:18. El que emplea poco tiempo en oración, y no es firme y constante en ella, no estará listo para recibir al Señor cuando venga. Pero debemos estar listos. ¿Cómo? ¡Orar, orar, orar!
Escogido del libro: “Como Orar” por R. A. Torrey
La Importancia de la Oración (7)
9. La novena razón para la oración constante, persistente, desvelada y triunfante es que la oración es el método que Dios ha ordenado para que obtengamos el Espíritu Santo.
Sobre este punto, la Biblia es muy clara. Dice Jesús: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” ( Lc. 11:13). Hay hombre – y son hombres buenos – que nos están diciendo: “No oréis por el Espíritu Santo”, pero que van a hacer con esta afirmación franca de Jesucristo: “Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”.
Hace algunos años cuando se anunció una conferencia sobre el bautismo del Espíritu Santo, vino un hermano y con mucho sentimiento me dijo:
-No se olvide de decirles que no oren por el Espíritu Santo.
-Seguramente no les diré eso, porque Jesús dice: “¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”.
– Oh, sí, – respondió -, pero eso fue antes de Pentecostés.
-¿Qué te parece Hechos 4:31; eso fue antes o después de Pentecostés?
– Después, por supuesto.
-Léelo.
-“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.”
-¿Qué te parece Hechos 8:15; fue antes o después de Pentecostés?
-Después.
-Léelo, por favor.
-“Los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo.”
No contestó. ¿Qué podría responder? Es tan claro como la luz del día en la Palabra de Dios que antes y después de Pentecostés, el primer bautismo con el Espíritu Santo, así como los subsiguientes, fueron todos recibidos en contestación a la oración definida. La experiencia también enseña esto.
Sin duda, muchos han recibido el Espíritu Santo en el momento de entregarse a Dios, antes que hubiera tiempo para orar, pero ¡cuántos hay que saben que su primer bautismo con el Espíritu Santo vino cuando estaban hincados o postrados ante Dios, solos o en compañía de otros, y que repetidas veces han recibido la plenitud del Espíritu en el lugar de la oración!
Esto lo sé tan seguramente como sé que mi sed ha sido saciada al tomar agua. Temprano una mañana en el cuarto de oración en la iglesia de la Avenida Chicago, donde varios centenares de personas habían estado orando durante algunas horas, vino el Espíritu Santo tan manifiestamente y el lugar estaba tan lleno de su presencia, que nadie pudo hablar ni orar, y solo sollozos de regocijo se oían. Salieron hombres de ese cuarto para ir a diferentes partes del país y pronto llegaron noticias del derramamiento del Espíritu Santo en respuesta a la oración. Otros salieron para ir a diferentes partes de la ciudad, gozando de las bendiciones de Dios sobre su obra. Esta es solo una experiencia personal de muchas que pudieran citarse.
Si empleáramos más tiempo en la oración, habría más poder del Espíritu manifiesto en nuestros trabajos. Muchos que en un tiempo poseían indudablemente el poder del Espíritu Santo en su obra, están llenando el aire de gritos vacíos e hiriéndolo con gesticulaciones sin significado, porque han permitido que la oración fuera estorbada. Debemos pasar mucho tiempo hincados delante de Dios, si hemos de continuar en el poder del Espíritu Santo.
Escogido del Libro: “Cómo Orar” por R. A. Torrey
La Importancia de la Oración (6).
8. La octava razón por la que debe haber oración constante, perseverante, desvelada y triunfante es que la oración, en todas las cuitas, ansiedades y necesidades de la vida, es el medio que Dios ha señalado para que obtengamos libertad en toda ansiedad y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento.
“Por nada estéis afanosos, – dice Pablo – sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7).
A muchos esto les parece el cuadro de una vida que es hermosa, pero que está mas allá del alcance de los mortales; pues no es así. El versículo nos dice cómo cada hijo de Dios la puede alcanzar. “Por nada estéis afanosos.” Lo demás del versículo nos dice cómo y es muy sencillo: ” sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” ¿Cómo pudiera ser mas claro y sencillo? Guárdate en comunión constante con Dios, y cuando se te presente alguna dificultad y provocación, grande o pequeña, háblale acerca de ella, no olvidándote de dar gracias por lo que ya ha hecho. ¿Qué será el resultado? “La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Eso es glorioso y a la vez sencillo. Gracias a Dios, muchos están experimentándolo. ¿No conoces a alguien que esté siempre tranquilo? Quizás es impetuoso por naturaleza, y las dificultades, conflictos, contratiempos y aflicciones le azotan, pero la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guarda su corazón y su pensamiento en Cristo Jesús.
Todos conocemos a tales personas. ¿Cómo lo hacen?
Por la oración, nada más. Los que retienen la paz profunda de Dios, la paz insondable que sobrepasa todo entendimiento, siempre son hombres y mujeres de mucha oración.
Algunos de nosotros permitimos que las muchas ocupaciones de la vida estorben la oración, y ¡que desperdicio de tiempo y energía y fuerza nerviosa hay en esto! Una noche de oración nos salvaría de muchas noches de insomnio. El tiempo empleado en la oración, no se desperdicia, mas bien es tiempo invertido a muy buen rédito.
Escogido del libro: “Cómo Orar” por R. A. Torrey
La Importancia de la Oración (2).
3. La tercera razón por qué es necesaria esta oración constante, persistente, desvelada y triunfante, es que aquellos hombres que Dios puso como modelo de lo que el cristiano debe ser – los apóstoles – consideraban la oración como la ocupación más importante de su vida.
Cuando las responsabilidades crecientes de la iglesia primitiva pesaban sobre ellos, “los doce convocaron la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, siete varones de vosotros de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, los cuales pongamos en esta obra. Y nosotros persistiremos en la oración, y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:2-4). Parece evidente de los escritos de Pablo, que dedicaba mucho de su tiempo y fuerza y pensamiento a la oración por las iglesias así como por los individuos. Estúdiense Romanos 1:9; Efesios 1:5, 16; Colosenses 1:9; 1 Tesalonicenses 3:10; 2 Timoteo 1:3.
Todos los hombres poderosos en el servicio del Señor en todos los tiempos, han sido hombres de oración. A pesar de los muchos rasgos distintivos que los han diferenciado, en este respecto todos han sido semejantes.
4. Pero hay una razón mas poderosa a favor de esta oración constante, persistente, desvelada y victoriosa: La oración ocupó un lugar muy prominente y era de suma importancia en la vida de nuestro Señor sobre la tierra.
Por ejemplo, leamos Marcos 1:35: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.” El día anterior había sido muy pesado, pero Jesús acortó las horas del sueño para poder darse a la oración que era mas necesaria que el sueño.
Abramos en Lucas 6:12 y leamos: “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.” De cuando en cuando, nuestro Salvador se vio precisado a pasar toda una noche en oración.
Las palabras “orar” y “oración” se emplean cuando menos veinticinco veces con relación a la breve historia de nuestro Señor en los cuatro Evangelios, y otros pasajes en los cuales no se emplean estas palabras, indican que oraba. Sin duda, Jesús pasaba mucho tiempo y empleaba mucha de su fuerza en la oración y una persona que no lo emplea sabiamente no puede llamarse propiamente discípulo de Jesucristo.
5. Hay otra razón a favor de la oración constante, desvelada y triunfante, que parece aún mas poderosa, que es: que la oración es la parte principal del ministerio actual de nuestro Señor resucitado.
El ministerio de Cristo no terminó con su muerte. Su obra expiatoria fue consumada entonces, pero cuando resucitó y ascendió a la diestra del Padre, dio principio a otra obra por nosotros igualmente importante en su lugar como la de la expiación. No puede divorciarse de su obra expiatoria; descansa sobre aquella como su fundamento; pero es necesaria para nuestra perfecta salvación.
En Hebreos 7:25, encontramos lo que es esta obra actual, por medio de la que perfecciona nuestra salvación: “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” Este versículo nos dice que Jesús puede salvarnos eternamente, o completamente, hasta la perfección absoluta, porque no solamente murió, sino también porque está “viviendo siempre”. El versículo nos revela también por qué vive ahora “para interceder por nosotros”, para orar. La cosa principal que hace actualmente es orar. Por sus oraciones nos está salvando.
La misma enseñanza se halla en aquel pasaje notable y triunfante de Pablo en la carta a los Romanos: “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (8:34).
Si hemos de tener compañerismo con Jesús en su obra actual debemos orar mucho; debemos darnos a la oración constante, perseverante, desvelada y victoriosa. Nada me ha impresionado mas de la importancia de orar en todo tiempo, de estar ocupado constantemente en oración, como esta enseñanza: que aquella es la ocupación principal de nuestro Señor resucitado en la actualidad. Deseo tener comunión con él y he suplicado al Padre, que haga de mí un intercesor, un hombre que sepa orar y que dedique mucho tiempo a la oración.
Este ministerio de intercesión es glorioso y poderoso, y todos podemos tener parte en él. El hombre o la mujer que no puede estar en los cultos públicos por causas de enfermedad, puede tener parte en él; la madre ocupada; la mujer que tiene que ganarse la vida trabajando de lavandera puede tener parte en él, puede mezclar sus oraciones por los santos, por su pastor, por los inconversos y por los misioneros en el extranjero, con el jabón y el agua, mientras que se inclina sobre sobre su trabajo y no por esto hacerlo con menos esmero; el comerciante puede tener parte en él, orando mientras que pasa de un quehacer a otro. Pero, por supuesto, si deseamos mantener este espíritu de oración constante, debemos emplear tiempo – y suficiente tiempo – para encerrarnos a solas con Dios en el lugar apartado con el fin de no hacer otra cosa que orar.
Del libro “Como Orar” por R. A. Torrey.
(Continuará).
La Importancia de la Oración (1).
En el capítulo 6 de la Epístola a los Efesios, versículo 18, se encuentran palabras que expresan con sorprendente e irresistible fuerza la apremiante importancia de la oración:
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.”
Cuando se pone a considerar el significado de estas palabras y notar el contexto, el hijo inteligente de Dios se ve impulsado a exclamar:
“Debo orar, orar, orar. Debo orar con toda mi energía y todo mi corazón. Sea cual fuere lo que hago de más, he de orar.”
La versión revisada (en inglés) está mas fuerte, si se quiere que la autorizada:
“Con toda oración y suplicación, orando en todo tiempo en el Espíritu y velan en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.”
Nótese los “todos”: “con toda oración.”, “en todo tiempo”, “con toda perseverancia“, “por todos los santos.”. Nótese también la aglomeración de palabras fuertes: “oración”, “suplicación”, “perseverancia.” Además nótese la expresión significativa: “velando en ello”, más literalmente “siendo desvelados en ello.” Pablo entendía la pereza natural del hombre, y especialmente para la oración. ¡Cuán raramente oramos por las cosas hasta conseguirlas! ¡Con cuanta frecuencia la iglesia y el individuo se aproximan al punto donde pueden recibir una bendición en la oración, y luego de repente aflojan, se duermen, dejan de orar! Quisiera que estas palabras: “siendo desvelados en oración” penetrasen hasta lo más íntimo de vuestros corazones. Pero, ¿Porqué es tan necesaria esta constante, persistente, desvelada, victoriosa oración?
1.Primero, porque hay un diablo. Es astuto, es poderoso, es incansable, siempre está intrigando para efectuar la caída del hijo de Dios; y si éste cejara en la oración, caerá en el lazo del diablo. Este es el significado del contexto. El versículo 12 reza así: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Luego sigue el versículo 13: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” Sigue una descripción de las distintas partes de la armadura del cristiano, con la que hemos de vestirnos si queremos resistir a Satanás y estar firmes en el día malo. Pablo llega al clímax en el versículo 18, diciéndonos que hemos de añadir la oración a todo lo demás – oración constante, persistente, desvelada en el Espíritu Santo, o todo lo demás no será de provecho alguno.
2. La segunda razón en favor de esta oración constante, persistente, desvelada y victoriosa, es que la oración es la manera divinamente señalada para obtener cosas, y la gran causa de toda carencia en nuestra experiencia, en nuestra vida y en nuestra obra es la negligencia en la oración.
Santiago, expone poderosamente esto en el capítulo 4, versículo 2, de su Epístola: ” No tenéis lo que deseáis, porque no pedís.”. Estas palabras revelan el secreto de la pobreza y debilidad del cristiano ordinario – la negligencia en la oración.
-¿Por qué adelanto tan poco en la vida cristiana? – preguntan muchos individuos.
– La negligencia en la oración – contesta Dios -. No tenéis porque no pedís.
– ¿Por qué veo tan poco fruto de mis labores? – preguntan muchos ministros. Dios responde: La negligencia en la oración. No tenéis porque no pedís.
-¿Por qué se convierten tan pocos alumnos en mi clase? – reflexionan muchos maestros de la escuela dominical. Y Dios contesta: La negligencia en la oración. No tenéis porque no pedís.
-¿Por qué la iglesia de Cristo avanza tan lentamente contra la incredulidad y el error, el pecado y la mundanalidad? – están inquiriendo tanto los ministros como las iglesias. Y de nuevo podemos oír la contestación de Dios. No tenéis porque no pedís.
Del libro “Cómo orar” por R. A. Torrey.
(Continuará).
Como Orar en Espíritu y en Verdad (2)
“Dios es Espíritu, y los que le adoran, deben adorarle en espíritu y en verdad”.
El pensamiento sugerido aquí por el Maestro, es que debe haber armonía entre Dios y sus adoradores, así como Dios es, así debe ser su adoración. Esto está de acuerdo con el principio que prevalece en todo el universo: Buscamos la correspondencia entre un objeto y el órgano al cual éste se revela o se rinde. El ojo es una capacidad interna para la luz, y el oído para el sonido. El hombre que verdaderamente adorará a Dios, buscara, conociera, poseyera y disfrutara a Dios debe estar en armonía con Él, debe tener la capacidad para recibirle. Porque Dios es espíritu, debemos adorarle en espíritu. Como Dios es, así es su adorador.
¿Y qué significa esto? La mujer le había preguntado a nuestro Señor, si Samaria o Jerusalén era el lugar correcto de adoración. El le contesta que en lo sucesivo, la adoración ya no estaría limitada a un cierto lugar: “Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorareis al Padre” (Juan 4:21). Como Dios es Espíritu, y no esta limitado por el espacio ni por el tiempo, sino que en su infinita perfección siempre y en todo lugar es el mismo, así su adoración en lo sucesivo no debería ser más limitada por el lugar ni por la forma, sino que debe ser espiritual así como Dios es espiritual. Una lección de profunda importancia.
Cuanto sufre nuestro cristianismo de esto, es decir, que la adoración es relegada a ciertos momentos y lugares. Un hombre que busca orar seriamente en la iglesia o en privado, pasa la mayor parte de la semana o del día, en un espíritu enteramente en desacuerdo con el espíritu que oró. Su oración fue la obra de un lugar o de una hora determinada, no de todo su ser. Dios es Espíritu: Él es el eterno y el que no cambia; lo que Él es, lo es siempre y en verdad. Nuestra adoración debe ser en verdad: Su adoración debe ser el espíritu de nuestra vida; nuestra vida debe ser adorar a Dios en espíritu así como Dios es Espíritu.
Fuente: Escuela de la Oración por Andrew Murray
Como Orar en Espíritu y en Verdad (1)
“EN ESPÍRITU Y EN VERDAD”
O, los verdaderos adoradores.
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad;
porque también el Padre tales adoradores busca que le
adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran,
en espíritu y en verdad es necessario que adoren”
(Juan 4:23, 24).
Estas palabras de Jesús a la mujer de Samaria, constituyen el registro de su primera enseñanza en cuanto al tema de la oración. El Padre “busca” adoradores. Nuestra adoración satisface su afectuoso corazón y es un gozo para Él. El busca verdaderos adoradores, pero encuentra a muchos que no han pasado por esa escuela.
La verdadera adoracion es aquella que es realizada en espíritu y en verdad. El Hijo ha venido para abrir el camino a esta adoración en espíritu y en verdad, y nos la enseña. Y una de nuestras primeras lecciones en la escuela de oración debe ser entender lo que es orar en espíritu y en verdad y saber también como lograrlo.
A la mujer de Samaria, nuestro Señor le habló de tres formas de adoración. Primero está, la adoración ignorante de los Samaritanos: “Vosotros adoráis lo que no conocéis”. La segunda, es la adoración inteligente de los judíos al tener el verdadero conocimiento de Dios. “Nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos”. Y luego, la nueva, la adoración espiritual que Él mismo ha venido a presentar: “Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padree en Espíritu y en verdad”.
De la conexión es evidente que las palabras “en espíritu y en verdad”, no significan, como suele pensarse, seriamente, de corazón, en sinceridad. Los Samaritanos tenían los cinco libros de Moisés y algún conocimiento de Dios; indudablemente había más de uno entre ellos que con honestidad y seriedad buscaban a Dios en oración.
Los judíos tenían la verdadera y completa revelación de Dios en su Palabra, dada hasta ese momento; entre ellos había hombres piadosos quienes invocaban a Dios con todo su corazón. Pero todavía no “en espíritu y en verdad”, en el verdadero significado de las palabras, lo que Jesús dice, “La hora viene, y ahora es”, es que solo en y por medio de Él, la adoración a Dios será en espíritu y en verdad.
Entre los cristianos, todavía podemos encontrar estas tres clases de adoradores. Algunos, quienes en su ignorancia, difícilmente saben lo que piden: Ellos oran con seriedad, e incluso reciben, pero muy poco.
Hay otros, quienes tienen un conocimiento mas correcto, que tratan de orar con todo su corazón y con toda su mente, y a menudo oran mas seriamente, pero todavía no alcanzan la plena bienaventuranza de la adoración en espíritu y en verdad.
Es dentro de esta tercera clase de oración que debemos pedir a nuestro Señor Jesús que nos tome; debemos ser enseñados por Él, debemos aprender de Él a adorar en espíritu y en verdad. Solo esto es adoración espiritual, esto nos hace adoradores tales como el Padre busca.
En la oración, todo dependerá de nuestra correcta comprensión y de la práctica de la adoración en espíritu y en verdad.
Fuente: ESCUELA DE LA ORACIÓN Por Andrew Murray.