Como psicóloga, en esta situación de pandemia llegan a mi consultorio casos de todo tipo, pero al contrario de lo que uno pensaría, las personas que están preocupadas por contagiarse o por el posible contagio de algún familiar son los menos.
Y es que cuando aparecen estas preocupaciones o miedos solo se presentan como una máscara, como una pantalla de lo que realmente pasa por la mente y el corazón de estas personas.
Esta eterna cuarentena que nos separa físicamente de nuestras amistades, y en muchos casos de nuestra familia, y que de pronto nos brinda el tiempo que creíamos no tener, vino a destapar lo que teníamos oculto, vino a mostrar lo que no queríamos ver, vino a hacer visibles las inseguridades, los complejos, los traumas, la mala comunicación intrafamiliar, y vino para mostrarle a muchas personas que están conviviendo con extraños bajo el mismo techo del hogar.
Todo esto suena catastrófico, sin embargo, creo que es lo mejor que nos podría haber pasado. Me baso en el hecho de que no se puede solucionar lo que ocultamos y lo que no queremos ver. Sólo cuando lo vemos, recién cuando lo reconocemos, hay esperanza.
Esperanza de cambiar, de superar, de perdonar. Incluso si no sabemos por qué nos sentimos extraños, pero reconocemos que no estamos bien… eso ya es un avance, una oportunidad.
Esta pandemia y sus consecuencias en nuestra vida van a pasar, pero debemos asegurarnos de que le hayamos sacado nosotros el provecho a la pandemia y no al revés. Recuerda que a pesar de que veamos destrucción a nuestro alrededor “la sabiduría de Dios se demuestra por todos sus resultados.” Lucas 7.35 (TLA)
Dios no hace ni permite nada por azar, y podemos estar seguros de que “Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman” (Romanos 8.28 NVI).
Dios nos puso frente a una situación particular, somos nosotros los que tenemos que decidir si continuar la carrera y terminarla más fortalecidos o darnos por vencidos. Dios siempre hará su parte, pero nosotros debemos hacer la nuestra.
Lic. Celeste Márquez
MP: 12060
PSICÓLOGA