Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno. (2 Co 4:18 NVI).
El término «pequeño» califica el tamaño de un objeto, pero también puede designar algo de poca importancia. Aunque es un objeto pequeño, ¿Qué lugar esencial ocupa la pequeña pantalla en nuestra sociedad? Pequeña, ¿Dice usted?, pero gigantesco en el impacto que ejerce hoy.
Desde la infancia no se concibe más vivir sin televisión. Incluso los hogares más modestos no se imaginan arreglárselas sin ella. La pequeña pantalla capta la información de todo el mundo para cautivar al mundo entero. Diariamente y durante horas la pequeña pantalla acapara los ojos, los oídos y los pensamientos de millones de nuestros contemporáneos en el planeta.
Creyente o no, cada uno dará cuenta a Dios del empleo del tiempo que Él le otorgó. Sin duda queremos mirar sólo «buenas emisiones». No obstante, seamos bien conscientes de que además del tiempo que pasamos en mirarlas, ellas influyen en nuestros pensamientos.
Apaguemos nuestra TV y coloquémonos delante de Dios. Abramos su Palabra y dejémonos penetrar por sus pensamientos. Cristianos, vayamos a lo esencial. Tomémonos el tiempo para orar; no sólo unos minutos a la carrera, sino seriamente y con perseverancia, porque Dios escucha. Tal actitud tendrá consecuencias felices y eternas para nosotros.
¡Cuántas personas, absorbidas por la televisión, han entrado en la eternidad sin que la pequeña pantalla les haya dejado el tiempo de pensar en su eterno porvenir!
Fuente: La Buena Semilla