8. La octava razón por la que debe haber oración constante, perseverante, desvelada y triunfante es que la oración, en todas las cuitas, ansiedades y necesidades de la vida, es el medio que Dios ha señalado para que obtengamos libertad en toda ansiedad y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento.
“Por nada estéis afanosos, – dice Pablo – sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7).
A muchos esto les parece el cuadro de una vida que es hermosa, pero que está mas allá del alcance de los mortales; pues no es así. El versículo nos dice cómo cada hijo de Dios la puede alcanzar. “Por nada estéis afanosos.” Lo demás del versículo nos dice cómo y es muy sencillo: ” sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” ¿Cómo pudiera ser mas claro y sencillo? Guárdate en comunión constante con Dios, y cuando se te presente alguna dificultad y provocación, grande o pequeña, háblale acerca de ella, no olvidándote de dar gracias por lo que ya ha hecho. ¿Qué será el resultado? “La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Eso es glorioso y a la vez sencillo. Gracias a Dios, muchos están experimentándolo. ¿No conoces a alguien que esté siempre tranquilo? Quizás es impetuoso por naturaleza, y las dificultades, conflictos, contratiempos y aflicciones le azotan, pero la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guarda su corazón y su pensamiento en Cristo Jesús.
Todos conocemos a tales personas. ¿Cómo lo hacen?
Por la oración, nada más. Los que retienen la paz profunda de Dios, la paz insondable que sobrepasa todo entendimiento, siempre son hombres y mujeres de mucha oración.
Algunos de nosotros permitimos que las muchas ocupaciones de la vida estorben la oración, y ¡que desperdicio de tiempo y energía y fuerza nerviosa hay en esto! Una noche de oración nos salvaría de muchas noches de insomnio. El tiempo empleado en la oración, no se desperdicia, mas bien es tiempo invertido a muy buen rédito.
Escogido del libro: “Cómo Orar” por R. A. Torrey
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