La resurrección y el arrebatamiento de los verdaderos cristianos
Pablo describe la resurrección de los cristianos para recibir a Cristo en su venida:
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.” 1 Tesalonicenses 4:13-18.
El propósito primordial de la enseñanza aquí es consolar a los creyentes cristianos en lo relativo a otros cristianos-parientes u otros seres queridos-que han muerto. Estos cristianos que han muerto son descritos como “los que durmieron”,o, más exactamente, “los que durmieron en él”. Esto significa los que murieron en la fe del evangelio. El mensaje de consuelo se basa en la seguridad de que éstos, y todos los otros verdaderos creyentes, resucitarán.
La descripción real de esta fase de la resurrección es como sigue:
Primero: se oirán tres sonidos impresionantes que la precederán. El primero será la voz de mando del mismo Señor Jesucristo, tal como él mismo predijo:
“Todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” Juan 5:28-29
Unicamente la voz de Cristo tiene poder para hacer que los muertos salgan de sus tumbas. Pero en este momento particular él llamará sólo a los muertos justos; a los que han muerto en la fe. El llamado a los muertos injustos se reservará para la última fase de la resurrección.
Los otros dos sonidos que se escucharán en ese momento serán la voz de un arcángel y la trompeta de Dios. El arcángel aquí mencionado será probablemente Gabriel, pues pareciera que su ministerio especial es proclamar sobre la tierra las inminentes intervenciones de Dios en los asuntos de los hombres.
El uso principal de la trompeta en la Biblia es para reunir al puebo de Dios en algún momento especial de crisis. El sonido de la trompeta en esta ocasión sería la señal para que todo el pueblo de Dios se juntara a él en su descenso del cielo.
Sobre la tierra ocurrirán dos grandes sucesos en rápida sucesión.
Primero, todos los verdaderos creyentes que han muerto en la fe resucitarán.
Segundo, todos los verdaderos creyentes que estén vivos en la tierra en ese momento, sufrirán un cambio instantáneo y sobrenatural en sus cuerpos.
Entonces ambas compañías de creyentes-los que resucitaron y los que fueron transformados en su cuerpo sin haber muerto-juntos serán arrebatados rápidamente, por el poder sobrenatural de Dios, en el aire. Allí serán recibidos en las nubes, y en esas nubes se reunirán con su Señor y unos con otros. De ahí en adelante el Señor y sus creyentes redimidos permanecerán unidos para siempre en inalterable armonía y confraternidad.
Hay un significado especial en dos de los términos griegos que se úsan en este pasaje. Donde dice “seremos arrebatados”, el verbo griego traducido “arrebatados” es arpazö. Este significa quitar con violencia o tomar con precipitación. En el Nuevo Testamento se usa cuatro veces para describir la forma en que la gente es arrebatada hasta el cielo.
Además se usa en Hechos 8:39, donde leemos que “el Espíritu del Señor arrebató a Felipe” de donde estaba con el eunuco etíope. Jesús lo usa en Juan 10:12 para describir el lobo “arrebatando” las ovejas. También lo usa en Mateo 13:19 para describir a los pájaros llevándose las semillas sembradas junto al camino. Se usa en Judas versículo 23 para describir el acto de sacar gente del fuego.
Tradicionalmente, los comentadores de la Biblia han traducido arpazö con el vocablo arrebatamiento como nombre y arrebatar como verbo.
Arrebatar se deriva de un verbo latino que significa precisamente lo mismo que arpazó: “quitar o tomar alguna cosas con violencia y fuerza.” En el resto de estos estudios, usaremos arrebatar en este sentido, equivalente de arpazó. El uso que hace Pablo del verbo arpazö es deliberado y tiene la intención de dar la impresión de un acto violento y rápido. En realidad, sugiere el acto particular de un ladrón. Con respecto a eso, concuerda con otras escrituras, que comparan este aspecto de la venida de Cristo con el de un ladrón:
“He aquí, yo vengo como ladrón.” (Apocalipsis 16:15)
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa.” (Mateo 24:42-43)
Observemos la sugerencia de violencia en la frase “no dejaría minar su casa.”
Podemos decir, por lo tanto, que la venida de Cristo por su iglesia en este punto será como la de un ladrón en los siguientes aspectos. Será súbita, inesperada, sin advertencia; culminará en un solo acto violento de arrebatamiento. Además, lo que será arrebatado será el más valioso tesoro de la tierra: los verdaderos cristianos. Sin embargo, como ya hemos dicho, la venida de Cristo será diferente que la de un ladrón en un aspecto sumamente importante: Cristo se llevará únicamente lo que ya es suyo por derecho de redención.
Primera de Tesalonicenses 4:17 contiene otra muy importante palabra griega. Dice que nos encontraremos con el Señor “en el aire”. El vocablo griego usado aquí es aër.
Este es uno de los dos términos griegos normalmente traducidos “aire”. El otro es aithêr. La diferencia entre los dos es que aër denota el aire más bajo, la atmósfera que está en contacto con la superficie de la tierra; aithêr denota el aire más allá de la atmósfera, a considerable distancia de la superficie de la tierra.
Pablo se refiere otra vez a este mismo momento de la resurrección y arrebatamiento en primera Corintios:
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Cor. 15:51,52)
Pablo da a conocer “un misterio”; un secreto del plan de Dios para la iglesia que no ha sido revelado antes. El secreto descubierto es este: Todos los verdaderos creyentes juntos serán arrebatados a la venida del Señor, pero no todos habrán muerto y resucitado.
Aquellos que estén vivos cuando venga el Señor, no morirán, pero sus cuerpos sufrirán un cambio instantáneo y milagroso. En este cambio sus cuerpos quedarán exactamente como los de los otros creyentes que han sido resucitados de la muerte.
El siguiente versículo resume la naturaleza del cambio que tendrá lugar:
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.” (1 Corintios 15:53)
En vez de ser mortal y corruptible, el nuevo cuerpo de cada creyente será inmortal e incorruptible.
¿Constituye esta descripción de Pablo un cuadro completo de la resurrección de todos los creyentes antes del establecimiento del reino de Cristo en el milenio?
La respuesta a esta pregunta parecería ser no. Porque parecería que al menos dos etapas más de la resurrección de los justos están anotadas en el libro de Apocalipsis.
(Próxima entrega: “Los testigos y los mártires.”)