«¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin. (22:12,13).
La voz de Cristo anuncia la inminencia de su tribunal para los justos, 1 Corintios 3:11-15, y el trono blanco para los incrédulos, Apocalipsis 20:11-15.
En Hebreos 11:6, Él es el gran “galardonador.” “La palabra describe especialmente las recompensas divinas dadas a los creyentes por la cualidad moral de sus acciones. Su valor para el obrero individual variará de acuerdo con el trabajo que haya realizado.” (Ver Hebreos 11; Mateo 20:8 y 2 Timoteo 4:8).
Por otra parte, una vez mas si comparamos esta descripción que el mismo Cristo hace de su persona con 1:18, e Isaías 44:6 y 48:12, se prueba que Cristo era la manifestación visible del Jehová del Antiguo Testamento. Otra vez, el mismo declara también la realidad de que toda la historia humana tiene su comienzo y su final en su persona.
“Dichosos los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y para poder entrar por las puertas de la ciudad. Pero afuera se quedarán los *perros, los que practican las artes mágicas, los que cometen inmoralidades sexuales, los asesinos, los idólatras y todos los que aman y practican la mentira.
“Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para darles a ustedes testimonio de estas cosas que conciernen a las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la brillante estrella de la mañana.” (22:14-16).
Ya conocemos que la gran dicha del cristiano será haber lavado sus ropas en la sangre preciosa del Cordero. El árbol de la vida representa todo lo bueno y lo mejor que había en el corazón de Dios para el hombre recién creado y que Adán y Eva perdieron. La sangre preciosa de Cristo es la que nos capacita “para tener derecho al árbol de la vida” y comer de su fruto. En Cristo el gozo inefable de la comunión con Dios es recuperado. Y por lo tanto también sus bendiciones nos son restituidas.
Las puertas del cielo solo están abierta para hombres redimidos. No porque se cierren en algún momento. Sino porque el malo simplemente nunca llegará a ese lugar. ¡Cuanta fascinación nos embarga nuestro espíritu al imaginarnos caminando hacia la santa ciudad! Vislumbrar sus puertas y ser alumbrados por la gloria divina que de ella se irradia!
Está claro quienes se quedarán fuera de tan bendita ciudad. Ya enumeramos y analizamos toda esta diferente clases de pecado y lo que significaban.
En el verso 16, que Juan se lo atribuye directamente al Jesús, vemos en primer lugar como es común en todo el libro, la actividad angelical como verdaderos ministros también en los asuntos de la revelación de las cosas venideras. Pero en segundo lugar, el mandamiento de no acallar este mensaje, sino por sobretodo darlo a conocer a las iglesias. Y no descuidar la lectura y el estudio de un libro tan alentador para los fieles peregrinos que a través de diversas pruebas llegarán a las puertas del cielo
En esta frase “la raíz…de David, la brillante estrella de la mañana”. Wiersbe ofrece un bello comentario al observar que “los títulos de nuestro Señor en versículo 16 son de lo más interesantes. La raíz se sepulta en la tierra donde nadie la puede ver, pero la estrella está en el cielo donde todos pueden verla. En la raíz y linaje de David tenemos a Jesús judío, nombre nacional; pero en la estrella resplandeciente de la mañana tenemos su nombre universal. Uno habla de humildad, el otro de majestad y gloria”.
Como la raíz de David, Jesucristo trajo a David en existencia. Como linaje de David, Jesús vino a este mundo, nacido judío del linaje de David. Tanto la deidad y la humanidad de Jesús son evidentes aquí.
Este enigma, fue irresoluble para los fariseos, cuando Jesús los confundió en Mateo 22:41-45.
“La estrella de la mañana anuncia la llegada de la aurora. Jesucristo vendrá por su Iglesia como la estrella de la mañana, pero cuando Él vuelva a juzgar, será como el Sol de justicia en ardiente furia”.
Veamos también que para “estrella resplandeciente”. El griego enfatiza la cualidad de la estrella al decir “la estrella, la resplandeciente, la de la mañana”. Cuando las profecías del libro hayan sido cumplidas, entonces será terminada la oscuridad de la tribulación y llegará el alba del milenio.
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