Apocalipsis
Capítulo 20
Otra vez, un ángel, es el protagonista, cuando Juan inicia el relato de otra faceta de su revelación. Son por lo menos, catorce veces, que contempla un ángel (Ap 10:1; 1:18; 9:1 para citar algunos ejemplos). Las imágenes sobrenaturales se suceden unas a otras a medida que el Espíritu lo hace recorrer sus caminos reveladores.
Los mil años
1 Vi además a un ángel que bajaba del cielo con la llave del *abismo y una gran cadena en la mano. 2 Sujetó al dragón, a aquella serpiente antigua que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años. 3 Lo arrojó al abismo, lo encerró y tapó la salida para que no engañara más a las *naciones, hasta que se cumplieran los mil años. Después habrá de ser soltado por algún tiempo. (Ap 20:1-3 NVI).
El ángel, tiene la guarda de “la llave del abismo”, que es el lugar de los demonios y espíritus inmundos según la Biblia nos enseña (Por ej. Ap 9:1, 2, 11; Lc 8:31; Ro 10:7). En relación con esta responsabilidad, el ángel, tiene la tarea de prender al diablo, atarlo y tenerlo atado por mil años. Ello involucra arrojarlo al abismo, usar la llave para encerrarlo, sellar la prisión y por último soltarlo al finalizar esos mil años.
Así vemos, que por designio divino, previamente planificado, el diablo es totalmente anulado por un lapso de tiempo específico. Lo que resalta de una manera evidente, la soberanía de Dios, en relación a la “autoridad” que el diablo tiene como “príncipe de las tinieblas” sobre la humanidad caída.
Nunca debemos olvidar, que el control de todas las situaciones le pertenece al Señor, aún cuando no entendamos dichos acontecimientos en el orden natural.
En el verso 2, se describe al diablo con cuatro palabras muy claras acerca de quien es… “dragón, aquella serpiente antigua… el diablo… Satanás…”. Vale por su importancia citar aquí un comentario de Matthew Henry que nos clarifica la situación presente y también futura del diablo, respondiendo a una pregunta, así lo expone el:
“Pero dirá alguien: ¿Es que el diablo no está, y ha estado siempre, en el infierno? ¡Pues no! La Palabra de Dios nos asegura que eso no es así: Hasta Apocalipsis 12:8 (comp. con Ef. 6:11,12), vemos que el diablo y la mayor parte de sus ángeles (excepto los de Jud. v. 6) están ubicados en el cielo atmosférico. Desde allí, será arrojado a la tierra en lo mas álgido de la Gran Tribulación (v. Ap. 12:9). Ahora, en el tiempo señalado en el versículo 3, del presente capítulo, es arrojado de la tierra al Abismo (que no es todavía el infierno). Finalmente, en el versículo 10, lo vemos arrojado al lago de azufre ardiente, es decir, al infierno.” Como habrán apreciado es un comentario muy revelador.
Así concluye este relato del verso 3. Describiendo la entrada de la raza humana redimida a un período de paz sin límites en la tierra, que se entiende como el reino milenial y universal en la tierra. Y esto solo será posible debido al plan divino que ha cancelado al diablo y sus mentiras con las que engañaba a los habitantes de la tierra.
Mas allá de los diferentes puntos de vista interpretativos de estos acontecimientos, debemos tener en cuenta, que su realidad, como un hecho concreto en medio del devenir histórico, es que se repite tan solo entre los versos 2 al 7, ¡seis veces! … lo suficiente como para tomar el significado literal, como una realidad, basada en la Palabra de Dios (2 Ti 3:16). Evento del que tendremos el privilegio de participar todos los que esperamos la manifestación gloriosa de nuestro Señor Jesucristo acompañado de su iglesia.
Por ello el estudio, la meditación, o simplemente la lectura de este maravilloso libro, es tan significativa para el cristiano, pues a medida que avanza página tras página en el desarrollo de esta revelación, nuestro corazón se inflama de amor y pasión, esperando ese día glorioso.
Apocalipsis, es el libro que hace arder el corazón del guerrero cristiano, mientras avanza a la ciudad celestial. La misma presencia de Dios lo atrae. El anhelo ardiente de ver su gloria.
Aquí, la visión de lo eterno, renueva las fuerzas debilitadas. El resplandor de Su gloria, da nueva vida al cansado.
Es demasiado grande y maravilloso, para describir con palabras… ¡lo que el Padre a preparado para los que le aman!
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