Pregunta: ¿Se puede superar la depresión?
Respuesta: Sí. Con una sincera entrega a Jesucristo y una buena consejería espiritual y sicológica. En ese proceso creo debes tener en cuenta el siguiente artículo por un especialista que puede ayudarte:
La depresión y cómo superarla
En última instancia, creo que la depresión es también el resultado de la falta de autoestima.
Es impresionante ver cuánta gente deprimida hay. Es más asombroso aun ver cuántos cristianos deprimidos hay. No estoy hablando aquí de cristianos superficiales que carecen de una fe vital y de profundidad espiritual. No, estoy pensando en muchos creyentes sinceros que viven una vida de relación personal con Jesucristo y que a pesar de ello tienen que luchar una y otra vez con profundas depresiones.
En la raíz de toda depresión está la sensación de haber perdido algo. Las circunstancias externas pueden causar depresión: la pérdida de bienes materiales, la pérdida de confianza, la pérdida de la salud, la pérdida de un ser amado, la pérdida de una habilidad quizás como resultado de la vejez. Ante estas experiencias de pérdida reaccionamos con tristeza, con autoconmiseración, lamento, desconcierto, envidia, vergüenza o autodesprecio. Todos estos sentimientos fluyen juntos como pequeños arroyos en la corriente de un sentimiento generalizado de depresión.
Hoy están aumentando especialmente tres tipos de depresión. En primer lugar, la depresión que surge del agotamiento. La sufren especialmente los ejecutivos, las personas de éxito y las amas de casa muy exigidas. Experimentan la pérdida de la capacidad de alcanzar la perfección. A raíz del agotamiento, su sentimiento de competitividad y de que “el cielo es su límite” se desdibuja lentamente y los arroja a la depresión.
Otra causa específica de depresión es la producida por las mudanzas. Aun el hecho de reacomodar los muebles y volver a decorar puede producir la sensación de pérdida. Uno se siente como si lo sacaran de raíz y lo transplantaran y se está perfectamente consciente de que el hogar, las cuatro paredes que uno conocía tan bien, están faltando.
Por último está la depresión que produce la pérdida de una tarea o de una carga que debe llevarse. La depresión que produce la jubilación es uno de estos casos. Extrañamente ocurre que la depresión no nos acosas durante el tiempo que llevamos la carga sino en el momento en que se nos libera de ella. Cuando la tarea se ha completado, cuando se ha ganado la batalla, cuando se ha aprobado el examen, cuando la tensión se ha aliviado y el conflicto solucionado – entonces nos sacude la depresión en medio del cielo depejado. La pérdida de un desafío, de un trabajo o una lucha nos precipita a un vacío doloroso.
La depresión tambien puede surgir sin que medie una causa externa evidente, atacando a la persona desde el interior. Se manifiesta ya sea como intranquilidad, nerviosismo o como inercia, lo que torna imposible cualquier acción constructiva. Esta “depresión desde adentro” generalmente está acompañada por atormentadoras autoacusaciones y exagerados sentimientos de culpa. Aunque no pueda encontrarse la razón objetiva, la idea de ser inferior, pobre, pequeño, persiste y conduce a una total pérdidad de autovaloración.
Esto explica por qué la persona deprimida es tan vulnerable e hipersensible cuando se enfrenta a la crítica. Se aferra y se sujeta a otras personas y añora desesperadamente ser reconocido y sentir la seguridad de ser amado para ser capaz de amarse a sí mismo.
La raíz más honda de la depresión es el sentimiento de haberme perdido a mí mismo y haber perdido la esperanza de encontrarme alguna vez. No hay nada en mí que merezca vivir. Cuando trato de amarme a mí mismo me sumerjo en un vacío.
Esto significa que la autoaceptación y la depresión están intimamente realcionadas. La descripción que he realizado sobre las variadas formas de la depresión pinta vívidamente el egocentrismo que reconocemos como la consecuencia natural de la falta de autoestima. Por lo tanto, la mejor protección contra la depresión es aprender a amarnos a nosotros mismos, y a la vez la victoria sobre la depresión nos prermite adquirir autoaceptación. Walter Trobisch