Crece en la gracia.
Quizá si sea la gracia la cualidad distintiva del evangelio. Debemos, entonces, crecer en gracia. ¿Y qué es la gracia? La gracia de Dios es el amor juzgando nuestros pecados, sufriendo por ellos, perdonándolos, removiéndolos y haciendo luego su morada en nuestros corazones.
Crecer en la aceptación, en el vivir mediante esa misma gracia es crecer en lo mas hondo que ofrece el Evangelio. Pero la mentalidad moderna tiene miedo a la doctrina de la gracia, aunque instintivamente es lo que más desea. Tenemos miedo a depender de otro y perder nuestra propia iniciativa, creemos que eso será perder nuestra fibra y convertirnos en una especie de parásitos. También yo la rechazaría si fuese éste el efecto de la gracia. Pero se nos presenta aquí una extraña paradoja. Los dones de Dios no menoscaban, sino que enriquecen a la personalidad. Jesús dijo: “Pero el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua viva que salte para vida eterna.” (S. Juan 4:14). Observad que el don del agua viva se torna en un manantial que brota continuamente. ¡El don se hace algo propio y espontáneo! Pocos dones surten tal efecto, pues casi siempre debilitan a quién los recibe. Pero aquí tenemos un don que fortalece a quien lo reciba.
Porque este don no se nos da si por nuestra parte no damos algo. Es el mas costoso de cuantos dones podemos recibir y nosotros debemos pagar su costo. Porque cuando lo aceptamos le habremos dado nuestro todo a Dios. Y habiéndole dado algo a Dios hay reciprocidad. Ya no somos gusanos de la tierra, – somos individuos que colaboramos. En el momento mismo de entregarnos humildemente nos enhiestamos con altivez. Los que dependen mas hondamente de la gracia de Dios desarrollan un más hermoso carácter. Al crecer en gracia crecemos, también, en iniciativa y en energía personal.
No es de extrañar, pues, que el Profesor Royce exclame: “¡Álzate, entonces, hombre libre! Afronta con entereza el mundo. Es el mundo de Dios y es también un mundo tuyo”.
Dr. E. Stanley Jones
Nota: Es con mucho placer que estaremos compartiendo algunos devocionales y estudios de este gran siervode Dios, cuyas enseñanzas no pierden vigencia en la actualidad. Lo que no es de sorprender, porque la palabra de Dios en la que se inspiran, es siempre novedad de vida.