Dios
EL PODER DEL EVANGELIO NOS REVELA LA JUSTICIA DE DIOS (4).
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”. Ro 1:16
Seguramente que cada uno de nosotros podemos compartir la manera particular y poderosa en que el mensaje del evangelio transformó nuestras vidas. Siempre, claro, que hayamos vivido un encuentro personal con Jesucristo al haber dado una respuesta positiva a su mensaje y así, haber experimentado el poder del evangelio.
Si no es así amado lector te animo a buscar esta experiencia, pues de hecho supera cualquier expectativa humana que podamos imaginar.
El evangelio de Jesucristo es el único mensaje que puede transformar la vida. Pablo lo experimentó en su propia persona. Bastó un encuentro con el resucitado en el camino hacia Damasco –donde se dirigía presto a encarcelar a todo cristiano confeso- para volverse en ese mismo día el predicador más apasionado de la fe cristiana que antes perseguía.
Por ello el afirmaba de una manera rotunda y sin vacilaciones que no se avergonzaba del evangelio (Ro 1:16). Con gran valor delante de un mundo pagano que rechazaba la idea acerca del mensaje de un judío crucificado que vino a salvarlos, él predicaba ante todos y con una gran valentía el poder del evangelio.
¿Cuáles son entonces los componentes esenciales de este mensaje?
En primer lugar es un mensaje de salvación.
El evangelio siempre consiste en proclamar la obra salvadora de Dios por medio de Jesucristo. Por lo tanto su proclamación siempre incluirá su muerte, sepultura, resurrección y ascensión (1Co 15:1-4).
En toda ocasión que se predica el evangelio hay vidas transformadas por el poder del evangelio. Veremos como las personas son liberadas del reino de las tinieblas para ser trasladadas al reino de Dios (Co 1:13). También podemos observar como los hombres a través de sus propios esfuerzos, y a veces muy nobles, tratan de cambiar su vida. Pero todo es en vano pues nacemos con la naturaleza pecadora. Solo el poder del evangelio puede traer un cambio permanente y prepararnos así para la eternidad.
Debemos entonces tener clara la misión. No debemos avergonzarnos del evangelio. Es crucial y urgente compartir a los demás el mensaje del evangelio hablándoles acerca del inefable don de salvación que viene de Dios. Por cierto que muchos se burlarán de nosotros y rechacen el evangelio, pero también es cierto que otros lo aceptarán en sus vidas. Si el desaliento quiere acampar en tu vida porque no ves los frutos que esperas hazte esta pregunta: ¿Cuánto valor tiene un alma humana? Sin duda que como Pablo comprenderemos que el sacrificio es poco en comparación con la sangre derramada por el salvador a su eterno favor. José Reina.
Los judíos, primero los patriarcas y luego como pueblo en el desarrollo de su historia tuvieron la revelación de Dios por medio de la ley y la promesa relativa al Mesías Salvador. Así y todo sabemos que la ley no es la forma de obtener justicia ante Dios (lea Dt 6:25). Por ello Pablo reconocía la gran necesidad que los judíos tenían de escuchar el evangelio de Jesucristo. Los gentiles, por otra parte, eran afectos y seguidores de las distintas religiones paganas. Pero como ya dijimos tampoco esas religiones tenían poder alguno para transformar sus vidas o prepararlos para la eternidad. Ellos también tenían la necesidad de oír el evangelio de las buenas noticias.
Comenzando por las palabras del mismo Señor Jesucristo en la gran comisión, todo el Nuevo Testamento es coherente en afirmar que todo ser humano necesita oír acerca del mensaje del evangelio y que a nadie se puede excusar de escucharlo. No hay corazón endurecido que no pueda ser convencido de pecado por su poder. Ya vimos el ejemplo de Saulo de Tarso, si Dios pudo alcanzarlo a él para de perseguidor transformarlo en misionero, entonces sin duda alguna puede alcanzar a cualquiera hoy. Dios no ha cambiado. Cristo es el mismo hoy. El mensaje del evangelio tiene el mismo poder transformador también hoy.
CRECE EN LA GRACIA
Crece en la gracia.
Quizá si sea la gracia la cualidad distintiva del evangelio. Debemos, entonces, crecer en gracia. ¿Y qué es la gracia? La gracia de Dios es el amor juzgando nuestros pecados, sufriendo por ellos, perdonándolos, removiéndolos y haciendo luego su morada en nuestros corazones.
Crecer en la aceptación, en el vivir mediante esa misma gracia es crecer en lo mas hondo que ofrece el Evangelio. Pero la mentalidad moderna tiene miedo a la doctrina de la gracia, aunque instintivamente es lo que más desea. Tenemos miedo a depender de otro y perder nuestra propia iniciativa, creemos que eso será perder nuestra fibra y convertirnos en una especie de parásitos. También yo la rechazaría si fuese éste el efecto de la gracia. Pero se nos presenta aquí una extraña paradoja. Los dones de Dios no menoscaban, sino que enriquecen a la personalidad. Jesús dijo: “Pero el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua viva que salte para vida eterna.” (S. Juan 4:14). Observad que el don del agua viva se torna en un manantial que brota continuamente. ¡El don se hace algo propio y espontáneo! Pocos dones surten tal efecto, pues casi siempre debilitan a quién los recibe. Pero aquí tenemos un don que fortalece a quien lo reciba.
Porque este don no se nos da si por nuestra parte no damos algo. Es el mas costoso de cuantos dones podemos recibir y nosotros debemos pagar su costo. Porque cuando lo aceptamos le habremos dado nuestro todo a Dios. Y habiéndole dado algo a Dios hay reciprocidad. Ya no somos gusanos de la tierra, – somos individuos que colaboramos. En el momento mismo de entregarnos humildemente nos enhiestamos con altivez. Los que dependen mas hondamente de la gracia de Dios desarrollan un más hermoso carácter. Al crecer en gracia crecemos, también, en iniciativa y en energía personal.
No es de extrañar, pues, que el Profesor Royce exclame: “¡Álzate, entonces, hombre libre! Afronta con entereza el mundo. Es el mundo de Dios y es también un mundo tuyo”.
Dr. E. Stanley Jones
Nota: Es con mucho placer que estaremos compartiendo algunos devocionales y estudios de este gran siervode Dios, cuyas enseñanzas no pierden vigencia en la actualidad. Lo que no es de sorprender, porque la palabra de Dios en la que se inspiran, es siempre novedad de vida.
Génesis En El Espacio Tiempo (1)
La creación
1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 1:2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Génesis (RV).
1 Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. 2 La tierra era un caos total,las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu[a] de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas. Génesis (NVI).
Resulta casi imposible poder imaginar este momento que nos describe la Palabra de Dios. El momento en que comienza la creación misma. El principio de lo que es hoy la historia humana todavía inconclusa.
La imágen es indescriptible porque nos presenta la grandeza de Dios que ya está allí. Como que la eternidad deja vislumbrar algo de su grandeza para inaugurar el espacio tiempo que será el principio y la casa de la familia humana.
Dios, el eterno presente. El gran Yo Soy. El que es, El que fué y el que será. No puede haber nada antes de este versículo uno. Porque si lo hubiese seria posible describir el misterio de Dios. Que para el hombre siempre será un misterio, comprensible solo a medias por el límite del intelecto humano – de la única manera posible – revelado en la persona de Jesucristo.
Si fuera posible ver este momento desde alguna grada celestial en los aires, nos sería dado un gran privilegio. El Espíritu Santo moviéndose sobre la faz de las aguas. Oscuridad del abismo. Luz creativa moviendose dinámicamente sobre el estrépito y el chocar de olas gigantes por momentos. El Espíritu estaba creando. Otras veces apaciblemente calmaba su recorrido circular en el planeta equilibrando las fuerzas poderosas desatadas por el Creador Soberano.
Solo el Espíritu Santo puede poner órden el el vacío y en el desorden. Siempre es así. Porque el Espíritu es creador. Sea en el área que sea el pone el orden y el equilibrio necesario. Tan profunda es su presencia que lo hace tanto en la trama compleja de un solo hombre o en la contitución gigante de todo un planeta. ¿Qué hay imposible para Dios? Nada es díficil para Dios. No es mas facil porque sea grande o pequeño. Simplemente El es El Todopoderoso. Así es nuestro Dios. Gloria a Su Nombre! José R. Reina.
(1a. edicion 31/01/2014)
Fe y Paciencia
La Importancia de la Oración (7)
9. La novena razón para la oración constante, persistente, desvelada y triunfante es que la oración es el método que Dios ha ordenado para que obtengamos el Espíritu Santo.
Sobre este punto, la Biblia es muy clara. Dice Jesús: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” ( Lc. 11:13). Hay hombre – y son hombres buenos – que nos están diciendo: “No oréis por el Espíritu Santo”, pero que van a hacer con esta afirmación franca de Jesucristo: “Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”.
Hace algunos años cuando se anunció una conferencia sobre el bautismo del Espíritu Santo, vino un hermano y con mucho sentimiento me dijo:
-No se olvide de decirles que no oren por el Espíritu Santo.
-Seguramente no les diré eso, porque Jesús dice: “¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”.
– Oh, sí, – respondió -, pero eso fue antes de Pentecostés.
-¿Qué te parece Hechos 4:31; eso fue antes o después de Pentecostés?
– Después, por supuesto.
-Léelo.
-“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.”
-¿Qué te parece Hechos 8:15; fue antes o después de Pentecostés?
-Después.
-Léelo, por favor.
-“Los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo.”
No contestó. ¿Qué podría responder? Es tan claro como la luz del día en la Palabra de Dios que antes y después de Pentecostés, el primer bautismo con el Espíritu Santo, así como los subsiguientes, fueron todos recibidos en contestación a la oración definida. La experiencia también enseña esto.
Sin duda, muchos han recibido el Espíritu Santo en el momento de entregarse a Dios, antes que hubiera tiempo para orar, pero ¡cuántos hay que saben que su primer bautismo con el Espíritu Santo vino cuando estaban hincados o postrados ante Dios, solos o en compañía de otros, y que repetidas veces han recibido la plenitud del Espíritu en el lugar de la oración!
Esto lo sé tan seguramente como sé que mi sed ha sido saciada al tomar agua. Temprano una mañana en el cuarto de oración en la iglesia de la Avenida Chicago, donde varios centenares de personas habían estado orando durante algunas horas, vino el Espíritu Santo tan manifiestamente y el lugar estaba tan lleno de su presencia, que nadie pudo hablar ni orar, y solo sollozos de regocijo se oían. Salieron hombres de ese cuarto para ir a diferentes partes del país y pronto llegaron noticias del derramamiento del Espíritu Santo en respuesta a la oración. Otros salieron para ir a diferentes partes de la ciudad, gozando de las bendiciones de Dios sobre su obra. Esta es solo una experiencia personal de muchas que pudieran citarse.
Si empleáramos más tiempo en la oración, habría más poder del Espíritu manifiesto en nuestros trabajos. Muchos que en un tiempo poseían indudablemente el poder del Espíritu Santo en su obra, están llenando el aire de gritos vacíos e hiriéndolo con gesticulaciones sin significado, porque han permitido que la oración fuera estorbada. Debemos pasar mucho tiempo hincados delante de Dios, si hemos de continuar en el poder del Espíritu Santo.
Escogido del Libro: “Cómo Orar” por R. A. Torrey
¿Por qué creer en Dios?
¿Por qué creer en Dios?
Así dice el Señor: …
Yo deshice como una nube tus rebeliones,
y como niebla tus pecados; vuélvete a mí,
porque yo te redimí.
Isaías 44:6, 22.
La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo,
que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Juan 1:17-18.
Hoy en día muchos piensan que la ciencia ha demostrado que Dios no existe. Olvidan, o no saben, que es tan imposible demostrar que Dios existe como que Dios no existe. Este asunto está fuera del campo limitado de la ciencia, la cual está lejos de poder responder todas las preguntas. Por ejemplo, no puede explicar por qué «hay algo en lugar de nada». Y si hay algo en lugar de nada, ¿por qué no habría alguien en lugar de nadie? Es muy razonable creer en Dios. Afirmar que no existe no es más que un prejuicio.
La fe en Dios es buena, da un sentido a la vida; da al hombre toda su dignidad. Ella explica nuestro entorno y nos permite escapar a sus límites; así las relaciones humanas conocen su verdadero nivel. También es cierto que la fe en Dios puede exponernos a ser incomprendidos, rechazados e incluso, en algunas regiones del mundo, encarcelados.
Sin embargo, tal vez el mayor impedimento para acercarnos a Dios, para creer en él, es que percibimos que toda nuestra vida será llevada a su luz con estas cosas malas que escondemos cuidadosamente a los demás y a veces también a nosotros mismos. Si este es su caso, no tenga miedo. Si Dios saca a la luz nuestras faltas es para liberarnos de ellas. Vaya por la fe a la cruz donde Jesús sufrió por usted y por mí.
Sólo la fe nos hace descubrir quién es el Dios de paz, de amor y de luz. Jesús nos lo dio a conocer.
Las seguridades de la Biblia
La palabra de Dios es viva y eficaz
y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir el alma y el espíritu,
las coyunturas y los tuétanos,
y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hebreos 4:12.
Lámpara es a mis pies tu palabra,
y lumbrera a mi camino.
Salmo 119:105.
Muchas personas piensan que la Biblia es un libro complicado, desfasado o incomprensible. Quizás apenas le han echado una ojeada. Tal vez esas personas asocian este Libro a quienes se dicen ser cristianos mientras no ponen en práctica las enseñanzas de la Palabra. Por ello miran la Biblia con recelo, desconfían de todo lo que lleva el nombre de cristiano.
Sin embargo, la Biblia es el mensaje de un Dios que nos ama, un alimento maravilloso para el alma, un guía seguro e infalible para revelarnos a Dios a través de un hombre: Jesucristo. Desde la primera línea la Biblia anuncia a los hombres una gran y tranquilizadora noticia: No están solos en la inmensidad del Universo. Dios existe, es el autor de toda la creación y ama profundamente al ser humano, a pesar de sus desvíos.
Frente a sí mismo y a sus problemas, el hombre mide su impotencia y la profundidad de su soledad. La vanidad de sus esfuerzos, la insuficiencia de su voluntad y la fragilidad de su condición se revelan cada día un poco más. Qué paz brinda al corazón saber que la Biblia dice: “El mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1ª Juan 2:17).
Fuente: www.amen-amen.net
Mírame Bien
Puestos los ojos en Jesús,
el autor y consumador de la fe,
el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio,
y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Hebreos 12:2.
Mírame Bien
A un niño de seis años, gravemente quemado en una pierna, le iban a hacer un injerto de piel con anestesia local. Antes de operarlo, el cirujano le dijo: «Has mirado bien la quemadura; ahora es a mí a quien vas a mirar hasta el final de la operación».
Hay personas que saben ocuparse sólo de sí mismas, a veces culpabilizándose hasta enfermarse. Por lo tanto, sigamos el consejo del cirujano: identifiquemos bien nuestro estado moral, nuestras heridas, pero a continuación fijemos los ojos en Jesús, el gran Médico, y no apartemos la vista de él. Es mejor mirar el remedio que la llaga. Constatemos nuestro estado pecaminoso ante Dios y luego dirijamos nuestra mirada hacia el Calvario. Allí, en la cruz, Jesús sufrió en nuestro lugar.
Durante la travesía por el desierto, los hebreos se rebelaron y Dios les envió serpientes cuya mordedura era mortal. Moisés, obedeciendo a la Palabra de Dios, hizo una serpiente de metal y la colocó sobre una estaca en medio del campo. Los que eran mordidos sólo tenían que mirar a esa serpiente para ser curados. Tomando este ejemplo, el Señor Jesús dijo: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14-15). Sí, mire a Jesús en la cruz para ser salvo, y así tendrá la seguridad de pasar la eternidad con su Salvador en la gloria.
Fuente: Amén-Amén
Hillsong United – Fuego de Dios (Español)
“En ti soy bendito, hoy camino en tu luz. La victoria yo tengo en ti.” —– Bendiciones —–
Porque sé que vivo estás
Me diste la eternidad
Por siempre quiero alabar
Tu nombre, oh Dios, glorificar.
Me compraste con la sangre que diste en la cruz
al morir crucificado por la humanidad,
ahora vivo estás en mí.
Con mis manos quiero servirte, Jesús,
Me acerco desesperado por ver tu bondad,
Mi alma descansará en ti.
Jamás seré igual, jamás seré igual.
Me has cambiado, rompiste el muro que nos
separaba, en ti soy bendito y camino en tu luz,
la victoria yo tengo en ti.
Fuego de Dios, fuego de Dios, consúmenos,
te anhelamos.
Tu corazón yo quiero ver, ven con tu gloria.