COMO ANALIZAR UN CAPÍTULO
TODA la Biblia es “útil” – pero algunos pasajes son más útiles que otros. Como ocurre con cualquier libro, algunos capítulos tienen que ser leídos una o dos veces, pero otros tienen que ser leídos frecuentemente hasta que los conozcamos bien. Así es a “la Biblia”. Algunos capítulos tienen que ser leídos a fin de determinar el lugar que ocupan en la biblioteca divina; otros tienen que ser analizados hasta comprenderlos perfectamente.
Analizar un capítulo no es difícil pero lleva tiempo. Primero hay que leer el capítulo entero por lo menos diez veces. Recién entonces comenzaremos a tener una idea clara del propósito del escritor. Las siguientes preguntas ayudan a entender el capítulo.
1- ¿Cuál es el tema principal?
2- ¿Quiénes son los personajes principales?
3- ¿Qué dice acerca de Cristo?
4- ¿Cuál es el versículo clave o principal?
5- ¿Cuál es la lección principal?
6- ¿Cuáles son las promesas principales?
7- ¿Cuáles son los mandamientos principales?
8- ¿Qué error debo evitar?
9- ¿Qué ejemplo contiene para imitar?
10-¿Qué es lo que más necesito aplicar a mi vida hoy?
HAGAMOS UN RESUMEN DEL CAPÍTULO
Una vez contestadas las diez preguntas que anteceden, hagamos un resumen propio del capítulo. A esta altura debiéramos conocer el capítulo lo suficiente como para poder reducir su contenido a un párrafo de entre tres a cinco líneas. Habiendo hecho esto, podremos iniciar el paso siguiente, que consiste en hacer un bosquejo del capítulo que estudiamos.
HAGAMOS UN BOSQUEJO DEL CAPÍTULO
La mayoría de las buenas traducciones modernas de la Biblia han simplificado esta tarea, porque ya vienen con el texto dividido según los cambios de tópicos en cada capítulo. Así es por ejemplo, en el caso de la versión Reina Valera de 1960. Pero realizar la división por nuestra cuenta resulta muy provechoso para nuestro conocimiento personal.
En algunos casos, encontraremos que no coincidimos con la división que aparece en la Biblia. Es preciso recordar que la Biblia se escribió originalmente sin signos de puntuación o división de párrafos, de modo que las divisiones que hagamos nosotros pueden ser tan válidas como cualquier otra. No aceptemos las divisiones que aparecen en la Biblia si no nos parecen acertadas. Procuremos realizar esta tarea a conciencia.
Hacer el bosquejo resulta bastante sencillo una vez que se ha resuelto el asunto de los párrafos claves, que pasan a ser los puntos principales en números romanos. Una vez establecidos éstos, podemos dedicarnos a las subdivisiones.